La narración de historias tiene milenios de antigüedad. Empezaron a trasmitirse oralmente, cuando todavía no existía la escritura. Alguien contaba el cuento, narraba el mito, o recordaba la leyenda mientras otro escuchaba con atención. Entre ambos surgía una relación muy íntima y especial y posiblemente esta sea también parte de la magia que tienen estos relatos.
Este modo de transmisión permitía mucha flexibilidad. Mitos y cuentos se hacían más cortos o más largos, incluyendo nuevos elementos, o incluso se mezclaban con personajes y situaciones de otras historias. Podían ser modificados por la interacción entre narrador y oyente, adaptándose a las necesidades o problemas concretos de quienes los escuchaban.
Estos relatos tratan de nuestras luchas y conflictos, y hablan sobre todos los sentimientos que los hombres experimentamos: tristeza, alegría, amor, odio, miedo, ira, soledad, aislamiento, inutilidad, carencia,... Tienen por ello un gran atractivo, muy en especial para los niños, que necesitan oír hablar de estos asuntos en su proceso de crecimiento.
Sólo recientemente empezaron a escribirse, adoptando su forma actual, lo que permite que de algún modo perduren, aunque sea a costa de perder su original riqueza.
Desde siempre se han utilizado para transmitir un conocimiento profundo (sabiduría, principios morales, filosofía de vida,…), ayudar a la maduración de los menores o a su educación (mostrándoles el paso de sus personajes por problemas similares a los de su propio crecimiento), o cómo mero entretenimiento. Todo ello lo consiguen tanto a través de sus significados evidentes como de los ocultos, ya que gran parte de su riqueza proviene de su lenguaje simbólico y metafórico.
En todas las culturas se han utilizado historias para trasmitir valores y normas. Muchas tradiciones espirituales han utilizado este recurso para hacer llegar a la gente sus principios de vida y podemos ver como diversos maestros (Buda, Jesús, Mahoma, Lao-tzu,...) utilizaron parábolas en sus enseñanzas.
En épocas más recientes, a los cuentos de hadas se les ha asignado un gran significado psicológico, utilizándose frecuentemente en las sesiones de terapia, en libros de autoayuda e incluso como recurso para una comunicación más eficaz en formación empresarial. Todos conocemos el éxito de Jorge Bucay (“Cartas para Claudia”, “Cuentos para pensar”,…), Spencer Johnson (“¿Quién se ha llevado mi queso?”), Alex Rovira y Fernando Trías de Bes (“La Buena Suerte”), y tantos otros,… lo que a pesar de sus detractores o las posibles críticas, hace evidente la conexión que existe con una necesidad básica por parte del público de este tipo de relatos.
Desde la gestalt, en sesiones individuales o talleres grupales, los cuentos se utilizan como métodos de autoconocimiento, permitiéndonos un darnos cuenta de nuestra historia personal y modos de funcionamiento, así como aportándonos una nueva visión sobre nuestro asuntos actuales.
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